jueves, 28 de mayo de 2009

84, Charing Cross Road: un pasado de buenos libros y buena gente.


Para mí, escribir en este blog ha sido un modo de aligerar la correspondencia que suelo mantener con familiares y amistades. De esta forma, he evitado el “copiar y pegar” con el que estaba despersonalizando mis cartas, y puedo concentrarme en temas más particulares.

Escribo cartas desde que era niño, y gracias al e-mail, sigo haciéndolo. Lo poco que pueda saber sobre cómo expresarse por escrito, se lo debo a la enorme práctica proporcionada por mis esfuerzos epistolares.

Escribir una carta es relativamente sencillo, y a poco que uno le ponga ganas y cariño, desde la humildad y la sinceridad, nunca resultará tedioso para el destinatario. Si además ponderamos al alza sueños y sentimiento, bueno, uno hasta ha llegado a enamorarse…

Helene Hanff, residente en Nueva York y de profesión escritora, mantuvo durante veinte años una relación epistolar con Frank Doel, diligente empleado de la londinense Marks and Co., librería especializada en segunda mano. Quién le iba a decir a la buena de Helene que, tras los fallidos intentos como dramaturga, sobreviviría gracias a guiones para televisión, adquiriría cierta estabilidad económica con la publicación de libros infantiles y, finalmente, de forma totalmente inesperada, alcanzaría la celebridad con el libro que recopila la correspondencia antes citada. Libro que incluso sería adaptado al teatro y al cine.

“84 Charing Cross Road” (en referencia a la dirección de la librería) nos transmite la desenfadada personalidad de HH, apasionada por los libros (como diría un asegurador, tanto por su continente como por su contenido), generosa y solidaria con su partenaire inglés (y con los demás empleados de la librería Marks & Co.) en los racionamientos de la postguerra, y un tanto maniática con sus pedidos (por ejemplo, envía los pagos en efectivo, adjuntándolos a la carta, pues confía más en “el correo aéreo de los EE.UU. y en el Servicio Postal de Su Majestad” que en los giros monetarios). En resumen, una romántica. Frank Doel, en cambio, mantendrá la inicial corrección y la mesura en el tratamiento durante años, pero acabará rindiéndose a las divertidas puyas de HH, correspondiéndola con una cálida gratitud, que finalmente derivará en una cordial confianza, extensible por parte de toda su familia. Cabe decir que Helen y Frank no son los únicos personajes que contribuyen de forma epistolar. Hay unos que aparecen y no se vuelve a saber más de ellos, y otros que perdurarán, tal como es la vida.

Son veinte años que se leen en un suspiro y con cierto encogimiento, por ser uno consciente de la vertiginosa rapidez con la que transcurre la vida, y por la melancólica inevitabilidad de algunos destinos.

Para quien sienta empatía por esta entrañable autora, recomiendo un bonito blog que sabe capturar su espíritu y homenajearlo:
http://helenehanff.blogspot.com/
Tampoco puedo dejar de citar un enlace sobre la librería, pues incluye fotografías de Frank Doel:
http://www.84charingcrossroad.co.uk/

10 comentarios:

Javier Liébana Radó dijo...

A mí el título me transporta a las novelas de Sherlock Holmes.

Helene Hanff dijo...

¡Muchas gracias por la recomendación! Bonito blog. Saludos

Dan dijo...

Coño, Alfredo, qué casualidad. Nos vamos a Londres tres días, a principios de julio, y he estado buscando Charing Cross Road en el mapa (area de Covent Garden) porque había leído que hay un montón de buenas librerías: de viejo, enormes, temáticas... Lo que son las cosas... Ya te contaré la experiencia...

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

Hola, Javi. Pues sí, el título es muy sugerente. No he estado nunca en Londres, pero parece ser una de las calles emblemáticas.

Gracias a tí por pasarte, Helene.

¡Buena caza, Dan! Lo dicho, ya contarás...

Javier Liébana Radó dijo...

queremos más entradas! ;)

Dan dijo...

Las librerías de Charing Cross Road están, en general, muy bien, aunque ninguna supera, en tema de humanidades, a las dos librerías que La Central tiene en Barcelona, ni tampoco a la librería Laie, también en Bcn. Incluso así, es una buena experiencia visitar la librería Foyles (con un piso dedicado a la música, con programación de conciertos de jazz), la Stanford's (librería de viajes: te imprimen mapas de cualquier lugar del mundo según demanda: print on demand) o cualquiera de las de viejo que hay en los aledaños. Una lástima que cerraran la Murder One (especializada en novela negra y ciencia ficción). El resto de Londres también bien. En especial nos gustó mucho la sede de la National Geografic Society que, pese a lo imperialista (y paternalista) de su propuesta siempre es interesante. De hecho compramos una copia limitada (5 unidades) de una fotografía de la zona antártica de 1913 que se reveló directamente sobre el negativo original. Mejor te cuento el precio otro día...

Saludos y (espero) hasta pronto.

Me sumo a las quejas de Javier.

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

¡Excelente, excelente! Espero ver pronto esa foto (y esos libros, que seguro que alguno ha caído en la bolsa...) ¡Gracias por compartir tus impresiones!

Y gracias a los dos por los ánimos a seguir publicando entradas, intentaré ser más constante.

Dan dijo...

Ja, ja. Sí, tres o cuatro han caído. El que más te gustaría, creo, un libro autobiográfico que ha escrito Mark Oliver Everett, el cantante de Eels, en el que cuenta lo dramático de su vida, pese a lo cual sigue hacia adelante: a modo de ejemplo, murieron en poco tiempo su padre, su madre y su hermana. O el caso de una de sus mejores amigas, que le mandó una postal escueta desde un aeropuerto, justo antes de coger un avión, en la que escribió "La vida es maravillosa". El avión se estrelló en los alrededores de Pensilvania (USA) el once de marzo del 2001. El tipo escribe que espera vivir 40 años más (tiene unos cuarenta), pero que espera tanmbién que sean 40 años muy aburridos...

Salut!

troyana dijo...

Alfredo,
no leí el libro,pero vi la adaptación teatral que hizo Isabel Coixet y disfruté mucho porque previamente conocía la historia de esta intensa amistad epistolar.
saludos

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

Hola, Troyana.

El libro lo leí de casualidad, mi mujer se lo compró porque le gustó mucho la adaptación cinematográfica que se hizo del mismo (y que yo no he visto), y como últimamente me despiertan más curiosidad los libros que se compran mis familiares y amigos, que los míos propios, pues eso... (!)

No sabía de la adaptación de Coixet, aunque no me gustan sus películas, creo que habría ido a ver la obra. Me alegro mucho de que la disfrutaras. ¡Saludos!