martes, 26 de agosto de 2008

Cómics para sobrevivir: "Torso", de Bendis y Andreyko


La figura de Eliot Ness se ha popularizado con tanto éxito, que está a punto de trascender a mito. Y eso que su pulso contra Al Capone no pasó de ser un conjunto de heroicas escaramuzas, pues la guerra le correspondió ganarla a los contables. Y su otro gran caso, Torso, el asesino en serie, acabó por… Bueno, mejor no contarlo, por si decide leer la que considero una obra maestra del cómic

Brian Michael Bendis es uno de los guionistas más prolíficos y fiables con que cuenta Marvel, la mayor factoría de viñetas de superhéroes. Sus series “Ultimate Spiderman” y “Nuevos Vengadores” son muy apreciadas por los aficionados. Para mí, no deja de ser una puesta al día de los tópicos y estereotipos de este tipo de cómics, prefiero más su serie “Alias” y su etapa en “Daredevil”, en donde explota con gran acierto los lugares comunes al género negro, que quizá no sea su predilecto, pero al que le ha brindado su auténtico talento.

Nacidos en Cleveland, Bendis y Andreyko, conocían la historia de los horribles asesinatos que acontecieron en la ciudad a medianos de los años 30, justo cuando el alcalde contrataba como responsable de seguridad al insobornable Eliot Ness. Para la adaptación de la novela gráfica que nos ocupa, Bendis y Andreyko se documentaron profusamente, y si bien su reconstrucción de los hechos no pretende más que dotar de verosimilitud a una obra de ficción, al final, uno no puede dejar de interesarse por extraer los hechos reales.

Como solía hacer con sus obras iniciales, Bendis asume la parte gráfica, y si bien no estamos ante un gran dibujante, muestra una personalidad que le hace fácilmente distinguible. El empleo de grandes espacios vacíos, bocadillos encadenados sobre secuencias estáticas, páginas dobles y rupturas en el tradicional orden de lectura, puede ser discutible por propiciar cierta fusión, pero muestra una clara apuesta por la fuerza narrativa. El guión co-escrito con Andreyko es impecable, a cada escena álgida (inolvidables la presentación en sociedad de Ness, el interrogatorio del sospechoso, o el trepidante desenlace) le suceden magníficas transiciones, protagonizadas por la entrañable pareja de detectives que lleva el caso. La reproducción de documentos y fotografías incrementa más si cabe la tensión de encontrarnos frente a un asesino real, un descuartizador dispuesto a superar a Jack el Destripador.

“Torso” es un cómic que ni se puede abandonar ni se puede leer de un tirón. Te atrapa y te agobia. No es una pedante revisión histórica cargada de enrevesadas especulaciones, como pudo ser el ilegible “From Hell”, del, por otro lado, genial Alan Moore. Es la sutileza de una historia con varias capas, que está al servicio del entretenimiento más gratificante.


lunes, 11 de agosto de 2008

Cambio cabecera blog


Autor: Javi Liébana. ¡Muchas gracias por tu interés y paciencia, brother!

Eddard Stark, el verdugo de Azcona y la chica de la agencia de viajes


Una de las sagas de mayor éxito dentro del panorama actual del género fantástico es la de George R.R. Martin, “Canción de hielo y fuego”. El hombre se comprometió a escribir siete libros, lleva cuatro y el próximo acumulará no menos de dos años de retraso, para desesperación de sus seguidores, entre los que me cuento.

Vaya por delante que es un auténtico culebrón, pleno de intrigas palaciegas, enredos a desovillar y caldo de especulaciones. La técnica es cercana a la conocida como best-seller, pero como Alex de la Iglesia ha apuntado muy acertadamente, se asemeja más a una serie de televisión por temporadas. De hecho, la inigualable HBO (Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Roma,…) ostenta los derechos, y ya tiene guión para el episodio piloto, actualmente están buscando localizaciones, y la BBC acaba de implicarse en el proyecto.

No es de lo mejor de su autor, pero tiene su toque personal, que tanto admiro, y del que otro día escribiré. En el primer capítulo de la saga, Lord Eddard Stark, señor de Invernalia, decapita personalmente a un condenado. Lo hace como muestra de respeto al ejecutado, y porque asume la responsabilidad de llevar a cabo su propio veredicto. No es fácil matar a un hombre, por eso, si el juez tiene que ejecutar la sentencia, tal vez no dicte la capital tan alegremente. Me parece un acto de gran nobleza, no dejar el trabajo sucio para otros.



Por eso, el verdugo (Pepe Isbert) de “El verdugo”, esa joya cinematográfica escrita por el desaparecido Azcona, me resulta tan conmovedora. No hay odio ni desprecio por el reo, no le juzga (eso ya lo hizo otro), y le trata con la mayor dignidad de que es capaz (memorable su loa al garrote vil, frente a la inhumana silla eléctrica) Y a cambio, recibe el desprecio de la sociedad, que hipócritamente se desinhibe de su responsabilidad por permitir la pena de muerte. Al final de este clásico, rodado en Mallorca, aparece, en el patio de la antigua prisión de Palma (edificio histórico que recuperaría su función de convento de monjes), el reo que acude a su destino, con gran serenidad, mientras, metros atrás, el verdugo novel (Nino Manfredi) es arrastrado por la policía, pues no quiere llevar a cabo el trabajo. La escena indica, en cierto modo, que ambos comparten la pena.

La tercera reflexión resulta ridícula, una fruslería comparada con lo expuesto, pero ha sido la que me ha llevado a las anteriores, así de caprichoso es el cerebro a la hora de encadenar pensamientos.

Queríamos un viaje de vacaciones, y la chica de la agencia nos dedicó una hora de su tiempo y esfuerzo para buscar la mejor y más económica combinación acorde con nuestras intenciones. Al darnos un día para meditar la decisión, en frío, y con la almohada, decidimos que no nos lo podíamos permitir. ¿Cómo anular la reserva? ¿Dejar que el plazo se cumpliera? ¿Una impersonal llamada telefónica? ¿Qué haría en este caso Eddard Stark o el Verdugo? Decidí, influenciado por Martin y por Azcona, que debería dar la cara, por incómodo que me resultara. He ido, lo he comunicado, me he mostrado agradecido y la chica de la agencia me ha correspondido con una sonrisa. ¿La verdad? No me he sentido mejor. Pero era lo que se debía hacer. Qué jodidos, Martin y Azcona…