jueves, 25 de septiembre de 2008

¿Qué se puede hacer para superar la crisis económica?


Ante todo, “crisis” significa cambio. Es decir, el modelo que ha sustentado la economía en los últimos tiempos ya no sirve, debe ser sustituido por otro, sea corregido, sea diferente.

Las medidas tradicionales son de difícil aplicación, por impopulares, por causar “daños colaterales”, por no contar con un marco legislativo favorable, y además, como todo tratamiento, no aseguran al 100% la recuperación del “enfermo”.

Para comenzar, no es recomendable bajar los tipos de interés, porque provocan un aumento en la inflación (obsérvese, si no, lo ocurrido en el sector de la construcción) Medidas como alargar el periodo de vencimiento es totalmente perjudicial al consumidor, que asume las consecuencias de un plazo que se aleja del estimado como óptimo (*1) Es más adecuado negociar para reducir el diferencial sobre el tipo de interés aplicado por el banco.

Deberían congelarse las subidas salariales. Sí, yo sería el primero en protestar, pero así son las cosas. Las empresas deben recuperar su competitividad conteniendo los gastos, y uno de los principales grupos de costes (a veces, el mayor) lo constituyen los sueldos. Es preferible a tener que despedir trabajadores.

Una forma de ayudar a la competitividad de la empresa y, además, paliar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, es la de reducir impuestos. El problema es que las administraciones públicas verán decrecidos sus ingresos, y disminuirán el gasto público y, por tanto, las prestaciones para los ciudadanos. Que el Estado se endeude no es la solución, como se demostró en la Crisis de 1.973. También puede redirigirse la presión fiscal hacia sectores más robustos o “subterráneos” (a buen entendedor…)

Aplicar el proteccionismo sobre el consumo del producto nacional, penalizando las importaciones, es una medida restringida a limitaciones. Además de generar conflictos con el resto de mercados mundiales, por violar el librecambismo (a recordar cuando los chinos se indignaron por los fuertes aranceles aplicados a sus productos), se encuentran obstáculos en la legislación de los organismos supranacionales (como la Comunidad Económica Europea), que marca unas cuotas, cuyo incumplimiento está fuertemente sancionado. Otra solución venía dada por la depreciación de la moneda para atraer la inversión exterior, inabordable desde el momento en que la moneda (el euro) es única. Aunque tampoco es que le haya salvado a los americanos tener el dólar bajo...

Lo ideal, pero con resultados más a largo plazo, y tras una fuerte inversión inicial, es la creación de nuevos motores para la economía. Es lo que modernamente se denomina “investigación y desarrollo”, y que no es otra cosa que observar las nuevas necesidades de los consumidores, y orientar el mercado hacia las mismas.

Jugando un poco a adivino, se presenta una oportunidad para los que sean capaces de desarrollar tecnologías que obtengan una mayor eficacia y aprovechamiento de los recursos, especialmente los energéticos, y con una disminución de los residuos generados en la producción. No habrá una solución única, sino una multitud de pequeñas soluciones. La industria automovilística puede reactivarse si, en lugar de gastar en publicidad para convencernos de lo ecológicos que son sus coches, investigan y desarrollan motores con un consumo mínimo (*2). Los sistemas privados de reutilización del agua pueden reducir sensiblemente la factura de los usuarios. Los envases biodegradables pueden suponer una auténtica revolución en el campo del diseño. Las empresas dedicadas a la obtención de energías renovables están siendo muy subvencionadas, por tener un efecto inmediato en la reducción de cuotas de CO2 (coste por contaminar)

Por último, quedan las recetas milagrosas, medidas extremas al todo o nada, pero para eso, todavía habría que empeorar mucho más. Esperemos que no sea así.


(*1) Puede obtenerse un completo análisis matemático-financiero en el periódico “Mercado de Dinero”-Julio 2008
(*2) Tal como ha reclamado Greenpeace en el último “Día Mundial Sin Coches”

Para entender algo de la actual crisis económica


En contabilidad, existe un principio denominado “de prudencia”, que consiste en no contemplar como resultado aquellos ingresos que sólo son una probabilidad. Es un principio que debería aplicarse con más asiduidad en economía, para evitar las denominadas “burbujas”. O imponerse mediante una reglamentación adecuada (*1)

Encuentro algunos paralelismos entre la actual situación y la que se produjo en 1.929, el año del famoso “crack” de Nueva York. A grandes rasgos, en aquella época, los inversores bursátiles se sintieron tan atraídos por la gran rentabilidad de los años anteriores, como para no sólo invertir sus ahorros, sino además, firmar créditos destinados a la compra de más acciones. Cuando la economía se estancó (fuera por superproducción de bienes y/o por bajo consumo de los mismos), el precio de las acciones cayó en picado hasta arruinar a los inversores. Y al convertirse en insolventes, los prestamistas cayeron con ellos.

¿Qué está ocurriendo esta vez? El sector inmobiliario, tras un gran periodo de auge, beneficiado especialmente por unos tipos de interés muy bajos (1% en EE.UU, por debajo del 3% en España), se ha colapsado por sobreproducción y/o falta de compradores. La especulación y la codicia de promotores e inversores han incumplido una máxima tan antigua, pero a la vez tan vigente, promulgada por Henry Ford: “no fabricaré vehículos que no puedan comprarlos mis (los) empleados”. Las plusvalías que se generaban por la compra-venta de solares y edificios resultaron muy atractivas para financieras dispuestas a ofrecer productos de excelente rentabilidad, pero a un gran riesgo encubierto. Así nacieron las “hipotecas basura” (*2), que son concedidas a personas (físicas o jurídicas) de dudosa solvencia, a cambio de una tasa elevada, con la presuntuosidad de que el bien hipotecado podrá ser vendido fácilmente con un sobreprecio, en caso de que se diera el impago. Al amparo de estos presumibles beneficios, grupos inversores ofertan a sus clientes depósitos “garantizados”, oportunidad para pillar un cacho del pastel, asegurando la inversión y prometiendo rentabilidades que, si bien son variables, se suponen superiores a un depósito de valor fijo.

Bueno, pues el piso no se vende, no se paga al banco, éste no puede devolver el dinero a las sociedades de inversión, si hay alguna aseguradora de por medio tendrá que hacer frente a grandes sumas de capital,… Sólo basta un poco de imaginación para intuir cuáles serán las siguientes fichas en caer.


(*1) Ver
http://www.eldiplo.com.pe/incierto-futuro-de-la-gran-potencia
(*2) Ver http://peru21.pe/impresa/noticia/informe21-claves-comprender-crisis-financiera-mundial/2008-09-18/224992

Otros enlaces de interés
http://www.df.cl/dfs/columnistas/lawrence_summers.html
http://www.euractiv.com/en/financial-services/interview-real-step-regulate-hedge-funds/article-175450

Nota final: Todos los enlaces están extraídos de
http://www.avaaz.org/es/
Se trata de una innovadora organización cuyo foro, altamente recomendable, pretende presionar a las élites políticas y multinacionales, trasladándoles la voz de toda la comunidad mundial mediante campañas organizadas estratégicamente.