sábado, 12 de julio de 2008

El elegante Willy DeVille

“Savor faire”… Parle vous français? Yo un poquito. Así presenta Willy DeVille una canción que, como la mayoría de las suyas, le autodefine. Para un personaje de su sofisticación, haber nacido en Nueva York resulta de lo más prosaico.

Le observo sobre el escenario, sentado sobre un taburete de madera y palmito, sosteniendo una guitarra acústica. A su izquierda, sobre un amplificador, un jarrón con un precioso ramo de rosas blancas (rosas, como Rosita, de “Spanish Stroll”). Las acabará repartiendo entre el público al final del concierto. Aunque teñida, conserva una larga melena, elemento imprescindible para la credibilidad de cualquier rockero. En su caso, es negra, alisada y peinada hacia atrás. El glamour lo completa una camisa blanca bajo chaleco negro, pantalón también negro, ceñido por un ancho y ornamentado cinturón metálico. Su rostro afilado contrasta con las orondas coristas que le guardan la espalda (o la voz quebrada, sería más correcto decir), dos negras especialmente dotadas para el gospel. El resto de la variopinta banda, un teclista acordeonista, la habitual sección rítmica bajo-batería, y un completo guitarrista-solista (bien con la eléctrica, con la acústica o la española). Además, enriqueciendo los temas con multitud de matices, un imaginativo percusionista, y el propio Willy, acompañando con guitarra, armónica o ambos instrumentos.

Su música es el mestizaje de varios estilos que la convierte en uno propio indefinible, tal como “Heart and Soul” suena. Hoy le veo dentro de un ciclo denominado “Guitarras del mundo” (?) DeVille encaja en un festival de jazz, con sus ritmos latinos (preciosa “Demasiado corazón”, qué bueno oírle chapurrear el castellano), en uno de blues (cualquiera de sus abundantes temas empapados de la humedad de los pantanos de la amada Nueva Orleans), en uno de rock, evidentemente (“Hey, Joe”, curiosa versión mejicanizada del éxito de su admirado Hendrix), incluso en uno de música cajun (DeVille es un orgulloso afrancesado que incorpora con naturalidad el zydeco, bien sea mediante el acordeón, o con la percusión proporcionada por las cucharas arrastradas sobre la tabla de lavar metálica)

La Sala Assaig está repleta, a pesar de los 38,00 € de entrada. Incluso queda algo con lo que obsequiar a Willy. Un abanico cae cerca de él. Un roadie lo recoge y se lo muestra. Willy lo observa algo desconcertado, hasta que reconoce el objeto, lo toma, y se avienta. Justo antes de interpretar la celebrada “Demasiado corazón”. Y nos consideramos privilegiados de respirar el mismo aire (y el mismo humo) que el artista., durante una feliz hora y media.
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4 comentarios:

Javier Liébana Radó dijo...

Me hubiera gustado verlo, pero hay que hacer algunos sacrifícios (buaaoaoaoaoaaah!)... ¿Hay algún concierto más interesante de cara al resto del verano?

Javier Liébana Radó dijo...

Me respondo a mi mismo, parece que se confirma lo de Deep Purple, con Gillan, Paice y Glover; según el Diario de Mallorca se reunirían con el resto de la banda clásica, pero no lo he podido confirmar...

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

¿Qué es eso de Deep Purple?

Javier Liébana Radó dijo...

¡El 15 de agosto actuan en Palma!!!