jueves, 1 de mayo de 2008

Venecia eterna


Visitar desde la más humilde iglesia hasta el más rico de los palacios venecianos, es visitar un museo de arte. Pasear por la hoy decadente Venecia es entender su esplendor a través del papel que jugaron los comerciantes y la Iglesia Católica como motores de una prolija economía que duró desde la Alta Edad Media, hasta la caída de Constantinopla.

Los hábiles mercaderes, al amparo de inteligentes alianzas políticas, prosperaban e invertían sus inmensos beneficios en grandes obras arquitectónicas y artísticas. La Iglesia también supo captarles y canjear donaciones por monumentos funerarios, entre otras prebendas. Así, generaciones de pintores, escultores, arquitectos, albañiles, marmolistas, vidrieros, carpinteros, herreros,… maestros y aprendices de cualquier tipo de oficio, recibían encargos de forma incesante. Venecia floreció gracias a todos ellos.

Visitarlos en sólo cuatro días es como entrar en la librería y contemplar portadas y títulos, leer alguna sinopsis y, con fortuna, tener tiempo para hojear un capítulo o algunos poemas. Y pienso que en aquellos tiempos, sin televisión, cine o Internet, y con difícil acceso a la literatura, debía ser habitual contemplar cualquier muestra artística durante las horas requeridas para su pleno disfrute.

3 comentarios:

Javier Liébana Radó dijo...

Hola, acababa de mandar un comentario pero un error del servidor del blogger ha impedido que se registrará, aparentemente, bueno quería decir lo siguiente:

Esta es una de las ciudades que más me gustaría visitar, junto a Florencia, Roma o Estambul.
No me cansaré en insistir que la contribución de la escuela artística veneciana es intensa para el arte occidental y que la acumulación de monumentos obras de arte e "historia" en la misma ciudad es tremenda. Como cualquier antiguo imperio, el pago de todo esto se logró no solo a través del comercio, siendo Venecia el último eslabón de la cadena comercial comenzada en los mercados del Indico y China, el antiguo Primer Mundo, también con el expolio y destrucción del Imperio Romano de Oriente, su antigua metropoli, al que contribuyeron con muchas ganas los hijos de la Serenísima. Al final de sus historia, sus últimos beneficios los consiguieron convirtiendo a la ciudad en el mayor y mejor casino y prostíbulo de Europa. Ahora es una ciudad entrañable de provincias que vive del turismo. Todo esto es lo que le ha dado la patina final de belleza decadente que tanto me gusta.

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

Te agradezco tu enjundioso comentario, me habría gustado narrar algo más de la historia de Venecia, pero tengo la impresión de que a los lectores de blogs no les gustan las entradas excesivamente largas. Es que casi podríamos dedicarle el blog a temas relacionados con Venecia. ¿Qué opinas de la figura de Marco Polo? A mí me resulta fascinante, le admiro por encima de Cristobal Colón, porque él si que sabía a dónde iba...

Javier Liébana Radó dijo...

Sí. Se ha llegado a dudar de la veracidad de sus crónicas pero, de ser cierto, que lo debe ser, tambien creo que se merece más reconocimiento que Colón. De hecho Colón queria repetir el viaje de Polo aunque tomando el atajo de atravesar el oceano y se encontró América por casualidad, de hecho se sabe que murió creyendo haber llegado a una parte de Asia.

No creo en las teorias incluso conspiracionistas que atribuyen a Colón un origen familiar, étnico u otro, o que se hubiera documentado mejor y supiera de antemano que fuera a lo "desconocido" o que incluso le atribuyan una fama de gran marino, que no lo era.

Era un empresario de la época con muchos contactos y muy decidido pero es que ni en lo personal acabó triunfando. Y lo han convertido en un gran personaje histórico por ser algo así como el héroe fundador del imperio...

Marco Polo era lo que era y como dices sabía a donde hiba y para qué. Será un exagerao pero la China imperial, para un europeo, daba pie a cualquier cosa, era algo grandioso. Y culturalmente contribuyó mucho más al conocimiento entre Europa y Asia el solito que Colón respecto a América y mil comparaciones más que ya sabes.