viernes, 19 de febrero de 2010

Rafael Nadal, la felicidad a través de la virtud (1)


En nuestra sociedad occidental se ha llegado a cuestionar la conveniencia del estudio de materias aparentemente tan poco pragmáticas como la filosofía. Se ha preponderado el tecnicismo y se ha cultivado la especialización. Ello ha devengado, entre otros efectos perniciosos, un estado generalizado de infelicidad.

Surge, por tanto, la necesaria búsqueda, bien de nuevos referentes, bien la recuperación de otros más antiguos. Se hace más necesario que nunca prestar atención a actividades secundarias como el deporte, la lectura, la meditación filosófica,… dado que nos proporcionan un sosiego mental, una catarsis, una celebración, con la que suspender, por un momento, las urgencias que nos acongojan.

Así llega a mis manos “Sirve Nadal, responde Sócrates”, firmado por Toni Nadal (tío y preparador del célebre tenista) y Pere Mas (escritor y filósofo, en las más recientes de sus ocupaciones dispares). “Este no es un libro necesario”, advierten humildemente los autores. Ciertamente, no lo es, pero diría que es un libro útil. Rafa Nadal es uno de esos escasos personajes públicos que trasciende a la actividad que desempeña, en su caso, un juego de entretenimiento consistente en “pasar la pelota por encima de una red”, sujeto a unas reglas. Junto a los aspectos estéticos derivados de la práctica del tenis (que pueden o no gustar), puede apreciarse en Rafa la persecución de unos valores que solamente pueden conseguirse aplicando una metodología cuya génesis está en la observación de la misma vida (*1)



Rafael Nadal, la felicidad a través de la virtud (2)


Los principios del “método Nadal”

Lo primero que me llamó la atención de este chico era ver cómo se divertía jugando. Frente a la tensión y el miedo a perder de sus adversarios, él disputaba todos los puntos, y una vez concluían, si caían a su favor tras una buena jugada, su explosión de alborozo era espectacular. Su forma de jugar era heroica, en el sentido clásico del término. Nadal competía, pero por encima de todo, jugaba, y era feliz (*2)

Luego asistimos a su eclosión como mejor jugador del mundo. Cierto que se le reconoce que “dispone de las aptitudes innatas imprescindibles para jugar en la élite”. Lo chocante resultaba ser que, como reconocen todos los especialistas, Rafa no es, ni mucho menos, el más talentoso técnicamente. Tampoco es el mejor dotado físicamente (ni por altura ni por potencia). ¿Cuál es, entonces, su secreto?

1) La fortaleza mental. Frente a las fuerzas que conducen a la confusión, al error, al sufrir por una mala elección, se opone un estado mental que genera confianza, coraje (que no temeridad) y determinación, con lo que uno obtiene una energía extra. Hay que percibir el momento en el que es necesario hacer algo más y arriesgar, atemperando el corazón y conducirlo, con la ayuda del equilibrio y la sabiduría, hacia un objetivo determinado. Así, a Rafa Nadal le hemos visto levantar multitud de partidos en los que parecía abocado a la derrota.

2) El autoconocimiento. Aprender “lo que no sabes” para sacar el máximo provecho de lo que sí sabes. Aquí la humildad supone una herramienta imprescindible, entendida como el reconocimiento de una realidad, pues se hace necesario conocer las limitaciones propias. Es una forma de evitar problemas. Rafa Nadal es uno de los jugadores del circuito que menos errores comete en su juego.

3) La estrategia. Es fundamental tener muy claro qué se va a hacer y ejecutarlo, sin reservarse, cuando nos enfrentamos a un futuro aleatorio. Debe evitarse el conservadurismo, pues puede producir un efecto contrario al previsto. Es mejor tener una mala estrategia, que no tener ninguna. Según afirma Toni, Rafa Nadal “fabrica su propia suerte”.

4) El entrenamiento. Toni Nadal entiende que es necesaria “una preparación completa, global, más allá de aspectos instrumentales”. Prepararse para afrontar las adversidades, sean en forma de derrotas o lesiones (“si no estás dispuesto a pagar el precio, mejor no jugar”). La actitud marca diferencias, y la actitud hay que trabajarla también. Es indispensable reflexionar sobre el trabajo y evitar la autocomplacencia, no debe perderse la autoexigencia de mejorar. Los objetivos deben fijarse de forma clara y los entrenamientos deben estar ajustados a los mismos, ni sobredimensionados ni escatimados. Admite que sus ejercicios resultan reiterativos, no sólo para progresar técnicamente, sino como la implementación del hábito a trabajar sobre lo que más nos es necesario.

5) La educación. Toni Nadal entiende que los hábitos deben adoptarse desde la infancia. “No hay que conformarse con lo innato, con lo que ha costado poco esfuerzo aprender…” Además, aboga por un modelo “en el que sin sacrificio, sin esfuerzo y sin voluntad nada puede hacerse”, frente a otro instaurado, que “se basa en la necesidad de aportar motivaciones para llevarlo a cabo… cuando la diversión hay que buscarla en el trabajo, no es éste el que debe proporcionarla” (*4). Frente a lo inmediato, Toni enseña a esperar (“no todo se consigue de forma automática”). Tampoco le ha pedido a su pupilo que acepte sus palabras ni la de otros como dogma (“frente a una fe ciega que raramente conduce a los humanos, son de las dudas más fuertes de donde surgen las mejoras más importantes”)

Rafael Nadal, la felicidad a través de la virtud (3)



Rafa Nadal y la felicidad.

Para los Nadal, según indica Toni, la vida debe consistir en que, mediante el trabajo y sacrificio necesarios, puedan desarrollarse aquellos talentos que nos han sido otorgados por la naturaleza. La dedicación a una tarea es la que le da sentido. Muchos se conforman con saber que pueden hacerla. Pero lo realmente importante, es llevarla a cabo:

“Aquí radica la felicidad. No en la fortuna de encontrarla, sino en ejecutar los actos necesarios para alcanzar una virtud… Es la satisfacción por el trabajo bien hecho… La felicidad coloca los placeres por debajo de la virtud (*4). Si la vida se enfoca hacia un fin, es más fácil ser feliz. La ilusión y el esfuerzo es lo más importante”.

Rafa Nadal ha escogido su destino, acepta las consecuencias de su elección, y se entrena, lucha, se esfuerza y se sacrifica en alcanzarlo.

Notas (todas las citas han sido extraídas del libro “Sirve Nadar, responde Sócrates”
(*1) “Yo siempre busco paralelismos entre el tenis y la vida”. Toni Nadal.
(*2) Los autores citan a Galeno, que recomendaba los juegos, por sus beneficios para la salud, y por su función educativa.
(*3) “Vivimos en el mundo de la lámpara de Aladino, creemos que sólo con frotarla, el genio nos concederá los tres deseos”. Toni Nadal.
(*4) “Las virtudes no existen en nosotros por la sola acción de la naturaleza, ni tampoco contra las leyes de la misma, sino que la naturaleza nos ha hecho susceptibles a ellas, y el hábito es el que las desarrolla y perfecciona en nosotros” Aristóteles.