viernes, 19 de febrero de 2010

Rafael Nadal, la felicidad a través de la virtud (2)


Los principios del “método Nadal”

Lo primero que me llamó la atención de este chico era ver cómo se divertía jugando. Frente a la tensión y el miedo a perder de sus adversarios, él disputaba todos los puntos, y una vez concluían, si caían a su favor tras una buena jugada, su explosión de alborozo era espectacular. Su forma de jugar era heroica, en el sentido clásico del término. Nadal competía, pero por encima de todo, jugaba, y era feliz (*2)

Luego asistimos a su eclosión como mejor jugador del mundo. Cierto que se le reconoce que “dispone de las aptitudes innatas imprescindibles para jugar en la élite”. Lo chocante resultaba ser que, como reconocen todos los especialistas, Rafa no es, ni mucho menos, el más talentoso técnicamente. Tampoco es el mejor dotado físicamente (ni por altura ni por potencia). ¿Cuál es, entonces, su secreto?

1) La fortaleza mental. Frente a las fuerzas que conducen a la confusión, al error, al sufrir por una mala elección, se opone un estado mental que genera confianza, coraje (que no temeridad) y determinación, con lo que uno obtiene una energía extra. Hay que percibir el momento en el que es necesario hacer algo más y arriesgar, atemperando el corazón y conducirlo, con la ayuda del equilibrio y la sabiduría, hacia un objetivo determinado. Así, a Rafa Nadal le hemos visto levantar multitud de partidos en los que parecía abocado a la derrota.

2) El autoconocimiento. Aprender “lo que no sabes” para sacar el máximo provecho de lo que sí sabes. Aquí la humildad supone una herramienta imprescindible, entendida como el reconocimiento de una realidad, pues se hace necesario conocer las limitaciones propias. Es una forma de evitar problemas. Rafa Nadal es uno de los jugadores del circuito que menos errores comete en su juego.

3) La estrategia. Es fundamental tener muy claro qué se va a hacer y ejecutarlo, sin reservarse, cuando nos enfrentamos a un futuro aleatorio. Debe evitarse el conservadurismo, pues puede producir un efecto contrario al previsto. Es mejor tener una mala estrategia, que no tener ninguna. Según afirma Toni, Rafa Nadal “fabrica su propia suerte”.

4) El entrenamiento. Toni Nadal entiende que es necesaria “una preparación completa, global, más allá de aspectos instrumentales”. Prepararse para afrontar las adversidades, sean en forma de derrotas o lesiones (“si no estás dispuesto a pagar el precio, mejor no jugar”). La actitud marca diferencias, y la actitud hay que trabajarla también. Es indispensable reflexionar sobre el trabajo y evitar la autocomplacencia, no debe perderse la autoexigencia de mejorar. Los objetivos deben fijarse de forma clara y los entrenamientos deben estar ajustados a los mismos, ni sobredimensionados ni escatimados. Admite que sus ejercicios resultan reiterativos, no sólo para progresar técnicamente, sino como la implementación del hábito a trabajar sobre lo que más nos es necesario.

5) La educación. Toni Nadal entiende que los hábitos deben adoptarse desde la infancia. “No hay que conformarse con lo innato, con lo que ha costado poco esfuerzo aprender…” Además, aboga por un modelo “en el que sin sacrificio, sin esfuerzo y sin voluntad nada puede hacerse”, frente a otro instaurado, que “se basa en la necesidad de aportar motivaciones para llevarlo a cabo… cuando la diversión hay que buscarla en el trabajo, no es éste el que debe proporcionarla” (*4). Frente a lo inmediato, Toni enseña a esperar (“no todo se consigue de forma automática”). Tampoco le ha pedido a su pupilo que acepte sus palabras ni la de otros como dogma (“frente a una fe ciega que raramente conduce a los humanos, son de las dudas más fuertes de donde surgen las mejoras más importantes”)

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