jueves, 27 de marzo de 2008

Cómo mola la gramola...

Observarán a su izquierda que he creado una nueva sección, la he llamado "The Jankoviloba´s juke box", con la que podrán escuchar temas más o menos estruendosos, con el fin de que no se queden dormidos leyéndome las entradas.

Espero que les guste, de ser así, estaré encantado de comentar cualquier aspecto relacionado con la sección. Personalmente, no sé si podría vivir sin la música.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Recordando a Arthur C. Clarke

En este 18 de marzo de 2008, ha fallecido, a la edad de noventa años, la penúltima leyenda de la ciencia ficción que quedaba viva, el escritor Sir Arthur Charles Clark, en Sri Lanka, su hogar desde hace medio siglo.

Si la génesis de la ciencia ficción puede situarse en 1.926, con la aparición de su primera revista especializada, Amazing Stories, puede fijarse la eclosión del género en poco más de una década después, de la mano del editor John W. Campbell. Preocupado por incorporar una base científica que sustentara la verosimilitud de los relatos, Campbell influyó notablemente sobre una generación de escritores que irían alimentando las páginas de su revista, Astounding, de entre los cuales, los tres más populares acabarían siendo Isaac Asimov, Robert Heinlein y… Arthur C. Clarke.

El principal denominador común que les unía era una robusta formación científica, con una visión optimista de la misma como motor hacia las maravillas del futuro. Clarke tenía amplios conocimientos en matemáticas, física, astronomía y astronáutica, y obtuvo gran prestigio académico al sentar las bases para la órbita geoestacionaria de satélites artificiales (como él mismo bromeaba, el gran error que cometió fue no patentar su tesis)

Si bien escribió notables novelas de carácter utópico (“El fin de la infancia” sería el mayor y más valioso exponente) y ejerció de maestro en relatos cortos (destacaría sus divertidísimos “Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco”), Clarke se distinguía por su sentido de la fascinación ante lo desconocido. Para él, era más interesante encontrar las preguntas. Un enigma bien planteado, sin una solución absoluta, le resultaba de lo más estimulante. Este planteamiento lo encontramos en, para mí, su mejor novela, “Cita con Rama”. En ella, una nave extraterrestre es detectada cruzando el Sistema Solar, y una expedición humana es enviada al abordaje, antes de que el objeto se aleje definitivamente. Volverán del mismo con más interrogantes que cuando partieron.

Quizá resulte frustrante para los lectores no tener las respuestas, pero Clarke entendía muy bien que, si algo abunda, son los desenlaces fáciles y previsibles o incoherentes e insatisfactorios. Con gran inteligencia, y aplicando los mismos límites de nuestro conocimiento, resuelve lo que está al alcance, genera teorías sobre lo que no encaja, y entiende que hay fenómenos ante los cuales sólo cabe maravillarse. Y si algo no escatima, son ideas sobre las que poder especular.

Pero lo que le reportó una popularidad más allá de las fronteras del género, es su participación en “2.001, Una odisea espacial”, la, quizá, más importante película de ciencia ficción de toda la historia. Inspirada en su relato “El centinela” (donde aparece la figura del célebre monolito), Clarke, además, se encargó del guión y, luego, de novelar el mismo. Casi resulta obvio decir que Clarke presentó una versión más concisa, pero no menos humanista, de la genial obra de Kubrick.

Amigo de jugar a las profecías de logros científicos, su mayor lamento ha sido morir sin que se hayan encontrado señales de vida inteligente extraterrestre (a los que tendía a retratar, en sus historias, como paternalistas) Sin embargo, pudo ver, incluso participar en la transmisión, de la llegada del hombre a la Luna, treinta años antes de lo que él había vaticinado.

"... Y era difícil imaginar qué respuesta podría enviar a la Tierra, excepto un ponderado y compadecido “Adiós” (astronauta Bowman, antes de perder todo contacto, tras haber desconectado a HAL, y antes de adentrarse en el monolito, en “2.001, Una odisea espacial”)


viernes, 14 de marzo de 2008

Libros para sobrevivir (1): "Alta fidelidad", de Nick Hornby


Si desea estar al corriente de quiénes son los autores que, aún con mucho por escribir, ya llevan la voz cantante en Europa, no sólo tendría que leer a Baricco, sugiero a Nick Hornby como uno de los imprescindibles.

“Alta fidelidad” se compone, por un lado, de un destacadísimo relato breve, a modo de introducción, que por si mismo tiene la entidad y la vigorosidad suficiente como para haber resultado autónomo y concluyente, y por otro, de la propia novela, que el lector puede abordar con cierto escepticismo tras la exhibición inicial, difícilmente superable.

Lo que en ella encontrará es el profundo retrato de su protagonista y narrador, inmerso en la crisis de los treinta, pero con cierto retraso, pues ya supera ampliamente dicha edad. Es un Peter Pan incapaz de comprometerse pero que atisba que algo no va bien, pues está deseando ser otro tipo de persona muy diferente de la que es. Porque su negocio (una tienda de discos de coleccionista) no es boyante, su vida social se reduce a tomar copas con sus dos empleados, mucho más jóvenes y frikis que él, y a especular sobre quién será su próximo ligue, que, como todos los anteriores, acabará abandonándole y dejándole destrozado. Aunque se entretiene mucho elaborando sugerentes listas, a modo de top´s, sobre cualquier aspecto de la vida (1).

Considero que es una obra idónea para quienes necesitamos recordar por qué hemos escogido la vida adulta que llevamos actualmente. La memoria de Nick Horby nos proporciona momentos tan dolorosos como divertidos, incluso hilarantes. Y como narrador, no resulta nada desdeñable su manejo de los personajes, pues a pesar de utilizar la primera persona, nuestro reconocimiento no queda sesgado, incluso percibimos una insospechada inteligencia superior en alguno de los secundarios, como el personaje de su novia, concretamente.

El poder de los espejos, su incómoda capacidad de mostrarnos un reflejo totalmente desnudo de las consideraciones que nos otorgamos, servirá a nuestro querido Rob como motor para la renovación. Es uno de mis pasajes favoritos, que de forma excepcional, me permito reproducir. Que lo disfruten.

Así, mientras esperamos (…) vivo una experiencia terrible, demoledora: el individuo más patético del mundo me sonríe de lejos, dándome a entender que me ha reconocido. El individuo más patético del mundo lleva unas inmensas gafas de pasta y encima aparato dental; lleva un sucio anorak pardo y unos pantalones marrones de pana desgastados en las rodillas; también él viene a ver Howard´s End con sus padres, a pesar de que tiene veintimuchos años. Y para colmo, me dedica esa sonrisilla terrible, porque piensa que acaba de descubrir un espíritu gemelo (…) Llegaría al extremo de afirmar que la sonrisa del individuo más patético del mundo se ha convertido en uno de mis cinco momentos más terribles de todos los tiempos, aunque los otros cuatro ahora mismo se me escapan


(1) Quién tenga curiosidad por cuáles son las listas de Rob Flemming y allegados, queda remitido al siguiente enlace

http://www.microsiervos.com/archivo/libros/alta-fidelidad.html

sábado, 8 de marzo de 2008

La ciencia de la felicidad (1): Consejos de la Dra. Nansook Park






















La doctora Nansook Park, en la Fundació La Caixa, Palma de Mallorca.

"Obtener un recuerdo tangible (fotografía, grabación, souvenir, recorte de prensa, etc.) asociado a un momento de felicidad, como medio para reproducirla"

Entiendo que debe matizarse que no se trata de ponerse nostálgicos. Uno no debe anclarse en el pasado para compensar un presente poco agradable, sino rememorarlo como reafirmación de la experiencia vital: en cualquier momento, puede ocurrir algo que merezca la pena rememorar.
El recuerdo pretende aumentar el bagaje de felicidad. Una fotografía familiar singularmente graciosa, los cantos pulidos de una playa paradisíaca conservados en un bonito jarrón, el recorte de la prensa del día en el que fuiste protagonista, el video del día de tu boda (si sigues felizmente casado, claro), una muestra del vello púbico de tus amantes,… Nansook Park destaca especialmente los recuerdos con escenas de personas riendo, la risa tiene un gran poder terapéutico.
Las personas con mayor espiritualidad criticarán el aspecto materialista de la propuesta. Vale la pena insistir en que el objeto no tiene un valor intrínseco en sí mismo, sino que sirve de vehículo, de ayuda a nuestra, a veces, desordenada memoria, para transportar en el tiempo y traer al presente una sensación de felicidad.